Es sabido que existen sustantivos y adjetivos con formas diferentes para el masculino y el femenino. Pues bien, dentro de estos hay un grupo que presenta una peculiaridad: la forma masculina no tiene una terminación especial que se pueda considerar morfema de género, mientras que la forma femenina sí que la tiene. Será más fácil comprender esto revisando algunos ejemplos:
(1) profesor > profesora
(2) español > española
(3) charlatán > charlatana
En los ejemplos (1)-(3) está claro que el valor ‘femenino’ reside en la terminación –a. Sin embargo, no hay un segmento o segmentos en las formas masculinas correspondientes al que le podamos adscribir el valor ‘masculino’. La situación, por tanto, es diferente de la que encontramos en pares como el de (4):
(4) niñ-o / niñ-a
Vemos aquí que hay una terminación -o que se opone a una terminación -a. La primera es portadora del género masculino y la segunda, del femenino. Si sustituimos la una por la otra, se produce un cambio de género de la palabra.
(1) profesor > profesora
(2) español > española
(3) charlatán > charlatana
En los ejemplos (1)-(3) está claro que el valor ‘femenino’ reside en la terminación –a. Sin embargo, no hay un segmento o segmentos en las formas masculinas correspondientes al que le podamos adscribir el valor ‘masculino’. La situación, por tanto, es diferente de la que encontramos en pares como el de (4):
(4) niñ-o / niñ-a
Vemos aquí que hay una terminación -o que se opone a una terminación -a. La primera es portadora del género masculino y la segunda, del femenino. Si sustituimos la una por la otra, se produce un cambio de género de la palabra.
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